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OPINIONES,INVESTIGACION Y DEBATE
redes
Twitter y Facebook, mamporreros del Estado progre (y los libertarios,
aplaudiendo).
¿Qué son las RRSS? ¿Un NYT que controla lo que
se dice en su plataforma o un Telefónica que no lo hace? Deben
escoger.
D OMINGO
SORIANO-Libre Mercado.
El debate de la semana ha sido Donald Trump vs Twitter ,
la censura, la libertad de expresión, los gigantes tecnológicos
(Amazon, Google, Apple, Facebook...), los multimillonarios progres ,
los monopolios, su capacidad de control sobre nuestras vidas, las
cuentas cerradas sin aviso previo...
Tema 1, ¿son un monopolio estas compañías? Es
cierto que son empresas enormes y que tienen una gran ventaja
competitiva (eso que los expertos llaman "efecto red"). ¿Es
complicado entrar en ese mercado? Muchísimo. ¿Más complicado de lo
que fue derrocar a otros gigantes con posición dominante en el
pasado? Quizás. ¿Eso es equivalente a monopolio? Creo que no. ¿Hay
que aplicarles la regulación anti-monopolios? Creo que tampoco y, en
cualquier caso, la mayor parte de esta regulación no me gusta.
Éste es un debate económico apasionante, pero nada de lo que diré
en este artículo cambiaría con monopolio o sin él. NO es el
tema para hoy.
Tema 2, ¿deben tener las empresas, en general, derecho de
exclusión sobre sus clientes?: también interesante
pero hoy tampoco toca. O al menos no toca con el enfoque habitual. Yo
creo que sí, que una empresa debe ser capaz de decidir las reglas de
uso de su plataforma y de excluir clientes a conveniencia. De esto sí
hablaremos algo, pero sin negar el principio general.
Empiezo así, explicando de lo que NO voy a hablar, porque el 99%
de las discusiones que he leído estos días giraban alrededor de
esto. Y creo que es un error. La razón residen en que, en la
pregunta "Monopolio Sí - Monopolio No", muchos economistas
se encuentran cómodos. Porque parece más técnica y es la forma
sencilla de defender la libertad de empresa de Amazon, Google o
Facebook, y recurrir a argumentos sólidos: efecto red sí, monopolio
no. Pero antes de enredarme, vuelvo al inicio: ¡hoy no
toca!
De lo que no quieren hablar
A Twitter, Amazon o Facebook les conviene ese debate. Porque aleja
el foco de otros aspectos mucho más polémicos. La discusión sobre
los monopolios es más vieja que el hilo negro y no les afecta
sólo a ellos. Pueden dejar que siga ahí unos cuantos años más.
Pero lo que a nosotros nos interesa esta semana va por otro
camino.
Tema 3: ¿son las redes sociales un tipo de medio de
comunicación o meros canales de transmisión de la información?
En resumen, ¿son Telefónica o The New York Times ?
De esto no quieren hablar. ¿Por qué? Porque se les cae el
chiringuito.
Aquí, una
columna excelente al respecto, de este mismo jueves, de
Niall Ferguson en The Spectator . Y perdón
por la autocita, pero éste
fue mi hilo sobre el tema en Twitter , que generó una
interesante una discusión sobre la naturaleza de las RRSS.
Telefónica no restringe el uso. Ni controla lo que se dice en sus
redes. Por eso, es irresponsable sobre el contenido. Es decir, si dos
tipos pactan atracar una tienda usando sus teléfonos de Movistar, el
dueño de la tienda no puede demandar a Telefónica por haberles
ayudado. ¿Podría Telefónica controlar todo lo que se dice en sus
teléfonos? Podría intentarlo. Pero (1) perdería el 90% de sus
clientes (que no quieren que les escuchen y que no quieren esperar a
que les den permiso para hablar); y, casi más importante, (2) sería
responsable de esas conversaciones, (el dueño de la tienda sí
podría demandar a la empresa por no haber impedido el robo).
Si definimos "censura" como controlar lo que se
publica, dar prioridad a unos autores, silenciar a otros... En ese
caso, todos los medios de comunicación ejercemos cada día ese tipo
de censura. A cambio, somos responsables de lo que publicamos. ¿Una
calumnia en la portada del NYT? ¿Mentiras sin respaldo en un
artículo de LD? Pues ahí están los tribunales, para controlarnos.
Y lo hacen: no creo que haya ningún gran medio en España que se
haya librado de pagar una indemnización o de tener que publicar
una rectificación por un error de este tipo.
¿Qué es Twitter? ¿Un NYT que controla lo que se dice en su
plataforma o un Telefónica que no lo hace? Debe escoger. Pero no
puede jugar, como hace ahora, a dos bandas. Para cerrar cuentas que
no me gustan, soy el NYT; para responder ante los tribunales de lo
que se publica en mi página, soy Telefónica. Injusto y tramposo.
Porque, además, las reglas de acceso determinan tu nivel de
responsabilidad. Un ejemplo que quizás en España suene más raro,
pero que en EEUU podría darse perfectamente:
Un tipo tiene una finca en la
montaña, en un sitio precioso, al que acuden cientos de
excursionistas
Tiene dos opciones de negocio: la
primera consiste en abrir las puertas a todo el mundo (como si esa
montaña no tuviera un dueño) y montar chiringuitos por todos lados
para ganar dinero con la venta de comida
La segunda opción consiste en un
acceso controlado: supervisa quién entra y quién no; chequea a los
que pasan para comprobar que no llevan armas; y anuncia que su finca
es un lugar “libre de armas de fuego”
Un día se comete un crimen: un zumbado se lía
a tiros. En el primer caso, nadie le podrá acusar de nada, porque
el acceso a la montaña era libre: es como si el tiroteo se
cometiera en la calle. En el segundo supuesto, habría muchas más
dudas: alguien podría preguntar cómo han entrado esas escopetas y
acusarle de no haber vigilado bien, como había prometido (los
heridos incluso podrían alegar que ellos habían ido allí porque
pensaban que era un lugar 100% seguro)
Tema 4: ¿han roto sus contratos con los usuarios?
Twitter, Google o Facebook son gratuitas. ¿Cuál es su negocio?
Acumular datos de los usuarios que luego venden a los anunciantes. De
hecho, su relevancia ya no proviene tanto de la excelencia
tecnológica (quizás en un inicio sí, porque fueron los primeros en
su campo) como de la enorme cifra de visitas que tienen cada día (el
efecto red del que hablábamos).
Y el pacto que tenían con sus usuarios era del tipo: "Tú
pon aquí lo que quieras, siempre que no sea pornografía o delito. Y
te lo publico. No habrá control de contenidos por ideología".
Ahora se ponen a vigilar lo que decimos y borran lo que no les
gusta. Y se acogen a las cláusulas que en teoría firmamos. Muy
dudoso. Por un lado, porque parece un cambio de reglas a mitad de la
partida. Ellos ya tienen lo que querían: nuestros datos y el efecto
red. Es como un restaurante que te deja entrar, te cobra el menú
completo... y a mitad de la comida te echa a patadas alegando que el
artículo 15.b.ii de su código de conducta dice que es obligatorio
llevar corbata. ¿Y no lo podías decir antes? ¿Esperas a que te
pague para acordarte?
Por otro lado, está el tema de las cláusulas abusivas, un
terreno pantanoso y complejo. Un día leía una coña ocurrente
a un tuitero: decía que si él tuviera una empresa de internet,
sabiendo que todos pinchamos "Sí" en esos cuadros
absurdos que nos saltan al entrar en una web, incluiría en su
política de uso un texto que dijera "Artículo 15: Cedo mi alma
al diablo y el dueño de esta página podrá gestionar esa cesión".
Sólo por diversión, para ver cuántos de sus usuarios le entregaban
su destino sin leer lo que firmaban.
Si uno analiza las normas de Twitter o Facebook, básicamente lo
que vienen a decir es que pueden quitar de sus plataformas todo lo
que no les guste. Dos preguntas sin una contestación sencilla: (1)
Unas cláusulas con una redacción tan abierta, que dejan todo en
manos de la interpretación de una de las partes, ¿son abusivas?;
(2) ¿La interpretación de esas cláusulas puede cambiar de repente
tras muchos años en los que las normas de uso, en la práctica,
fueron otras?
El papel del Estado
Y ahora sí, de lo que en realidad quiero hablar. Esto de empezar
tras 1.400 palabras con el verdadero tema del artículo me lo tengo
que hacer mirar. Pero este asunto tiene demasiadas aristas y quería
al menos plantear dudas razonables a los mejores argumentos pro-FAGTA
(Facebook, Amazon, Google, Twitter, Apple).
Tema 5: reglas injustas o reglas injustas sólo para
unos pocos
En esto los liberales nos equivocamos a menudo. Y no hablo sólo
de internet.
Ejemplo un poco forzado, pero que se entiende (y sin meternos
en un caso real, tipo Taxi-Uber, que nos metería en otra discusión
de las que hoy no toca):
En una ciudad, el alcalde decide
que los bares y restaurantes tiene que aplicar un límite máximo de
6 comensales por mesa. No lo hace por la covid-19, sino por un
supuesto peligro: en caso de incendio, las mesas más grandes
podrían generar problemas de evacuación del local
La norma es absurda, pero obliga a
todos los locales que sirven comida de la ciudad
Unos meses después de aprobada,
un tipo abre una cadena de "clubes de debate": su objeto
teórico es montar conferencias, pero también sirven comidas y
bebidas.
¿Resultado? Los grupos grandes empiezan a quedar en los
clubes de debate para poder reunirse y comer algo con tranquilidad
¿Qué hacer? Es cierto que la norma es absurda e injusta. Pero
sería todavía más injusto que a unos les afecte, pero no a otros.
¿Queremos cambiar la ley? Luchemos por ello. Mientras lo
conseguimos, que se aplique a todos por igual. Y sí, aquí el orden
también importa. No se puede decir: "Durante el período de
tramitación del cambio de ley, que puede tardar dos años o no
aprobarse nunca, dejemos a los clubes de debate funcionar con unas
reglas diferentes. Porque todos deberían poder hacerlo". Sí,
todos deberían... pero no pueden. Aquí es donde digo que los
liberales nos equivocamos a menudo: no estamos más cerca del libre
mercado porque algunos se aprovechen de que el Gobierno mire para
otro lado sólo en ciertos casos. De hecho, es peor la arbitrariedad
que la norma estúpida que, al menos, se aplica a todos por igual. Y
aquí vuelvo al punto sobre las RRSS, los medios de comunicación y
el control de lo que publican unos y otros.
Les pondré otro ejemplo, más cercano, pero que también está de
actualidad: el único punto del programa electoral de Podemos en
materia económica que me parece razonable es el que intenta
poner coto a algunas puertas giratorias . ¿Estoy
pidiendo que el Estado se meta en la composición de los consejos de
administración? No. En realidad me da pavor abrir esa puerta, pero
en sectores tan intervenidos como el eléctrico, no me parece
descabellado que exista algún límite. Claro que preferiría un
mercado libre de verdad; pero mientras llega, al menos que no me
hagan la envolvente: por las mañanas pido al Gobierno que me proteja
de la competencia, a mediodía soborno a ese mismo Gobierno y por la
tarde me quedo yo con los beneficios propios de una empresa privada.
Y no, esto no tiene que ver con las locuras de Podemos sobre el
mercado eléctrico, que estaría todavía peor si se aprobase lo que
llevan en su programa.
Tema 6: los mamporreros del estado progre.
Lo más divertido-cínico de la semana ha sido ver a la izquierda
norteamericana y europea defender la libertad de empresa. Ese
latiguillo de "Twitter y Facebook son compañías privadas y
pueden hacer lo que quieran con sus reglas de acceso".
Por supuesto, esto no se debe a que Kamala Harris se haya leído
durante la Navidades a Murray Rothbard y el Partido Demócrata haya
renacido al anarcocapitalismo. Sólo están tirando de argumentario
tramposo. Y usando de nuevo esa doble vara de medir que tanto gusta a
nuestros políticos progresistas:
Imaginemos que un Estado quiere
usar el poder político para favorecer las creencias de un grupo
sobre las de otros (tampoco hay que imaginar demasiado, es el mundo
en el que vivimos).
Prefiere, siempre que sea posible,
hacerlo de forma encubierta, porque en teoría nuestras leyes son
"neutrales": es decir, en teoría todos podemos
ser conservadores, liberales, progresistas, religiosos,
ateos... y el Estado debe garantizarnos que nuestras creencias se
ven respetadas.
¿Qué hace? Encargarle el trabajo sucio a otros y cambiar
las reglas de juego a conveniencia.
En los últimos años, hemos visto innumerables ataques a la
libertad de empresa y la aprobación de normas que priorizan a unas
compañías frente a otras: desde leyes de género en la composición
de los consejos de administración a convocatorias de
subvenciones ligadas a criterios medioambientales o inclusivos. El
otro día recordaba el
caso del pastelero estadounidense que fue condenado por
negarse a hacer una tarta para una boda homosexual. Pero los ataques
a la libertad empresarial no terminan, ni mucho menos, en las tartas
de Colorado.
El objetivo está muy claro. Favorecer unas determinadas creencias
sobre otras. Pero sin una ley que lo diga claramente, que eso suena
muy feo . A los empresarios conservadores, les pongo por
delante las normas de "no discriminación" o de
"discriminación positiva" (en los dos casos, son
normas que discriminan a troche y moche, pero no entraremos ahí). A
los empresarios progresistas, les amparo con un irrestricto derecho a
la libertad de exclusión. Parcialidad estatal enmascarada tras la
excusa empresarial.
Y los libertarios, aplaudiendo . Como si esto de
verdad fuera una lucha sobre la libertad empresarial. O como si
Twitter o Facebook hubieran construido sus negocios en la quebrada de
Galt. No, aquí la discusión tiene mucho más que ver con cómo
aplicar unas determinadas reglas del Estado: en este caso la famosa
Sección 230 que es la que ha permitido a estas empresas desarrollar
todo su modelo de negocio, eliminando su responsabilidad por las
opiniones expresadas en sus foros.
Sé que abro un melón complicado: ¿ningún límite a lo que se
publica? ¿Ni siquiera lo que decíamos antes de pornografía o
delito? ¿Y quién determina lo que es pornografía o delito?
¿Creamos otra comisión estatal? Mi postura es que las compañías
que decidan regirse por la Sección 230 (o el equivalente que haya en
cada país) deben asumir que sus usuarios tendrán la misma capacidad
de expresarse libremente que tendrían en la calle. Por muy
estúpidas, insultantes o ilógicas que sean sus opiniones. Y
cualquier límite a esa libertad de expresión estará sujeto a las
mismas normas que se aplicarían en la vía pública: control
judicial de esos límites, libertad para decir lo que quieras siempre
que no sea delito o incitación al mismo, control judicial previo
para el cierre de cuentas, multas a las empresas si infringen ese
derecho a la libertad de expresión de forma discriminatoria, etc...
Y el que no quiera esas reglas puede hacer uso de su libertad de
empresa saliéndose del paraguas de la 230.
Ahora mismo, esto de las RRSS no va de libertad de exclusión,
sino de neutralidad del Estado . Las normas sobre la
publicación de contenidos y los límites a la responsabilidad
de los foros-redes en internet son normas estatales. No
surgieron del mercado, ni forman parte del orden espontáneo, ni
Twitter y Facebook se han desarrollado en el vacío libertario. ¿Que
no quieren publicar ciertos contenidos? Que se definan como medios y
asuman las obligaciones correspondientes. Lo otro es convertirse en
mamporreros del poder político, que quiere acallar a
unos sí y a otros no, pero sin mancharse las manos. Otra vez la
falsa neutralidad que siempre castiga a los mas débiles.